«Es un método de caridad, que se lleva a la práctica y que a todos conviene, gracias al cual los superiores tratan con afecto paterno a los que les han sido confiados y los hermanos envuelven con su cariño a sus propios hermanos, para que en los quehaceres de cada día el mal no atrape a nadie y en el camino de la vida todos alcancen la deseada meta. Esta es la forma de vida que más se aproxima a la vida ejemplar de la Sagrada Familia».
San Luis Guanella
FUENTES DE INSPIRACIÓN
Capítulo primero
Principios antropológicos
3. Dignidad del hombre
Primera Parte
11 A la luz de la revelación cristiana, el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, Uno y Trino, creado por Él y a Él orientado.
Aquí radica la razón más alta de la dignidad que el hombre tiene, desde el momento de su concepción e independientemente de los condicionamientos personales y sociales que pueden impedirle desarrollar sus capacidades.
12 Por esta semejanza con Dios, el hombre es un ser único e irrepetible, capaz de amar y constituido esencialmente en relación con los demás — Dios, hombres, cosas —, dotado, en fin, de entendimiento, voluntad y memoria.
13 Por su propia naturaleza, el hombre es un ser social, que existe como grupo y como pueblo, puesto que Dios, desde el principio, hombre y mujer los creó, de manera que su unión es la primera forma de comunión entre personas.
14 Y aunque fue creado justo, perdió, por el pecado, su amistad con Dios, y se convirtió en un ser miserable y desgraciado, frágil en el cuerpo y en el espíritu, presa del mal y de la muerte,
Por medio de Jesucristo, el hombre recibe la gracia extraordinaria de convertirse en hijo adoptivo de Dios, la fuerza de superar el mal y la capacidad para construir relaciones fraternales con los demás y para caminar junto a los otros hombres hacia el Padre.
Creado y redimido por Cristo, el hombre lleva en sí, en sus elementos constitutivos, un carácter de sacralidad: sagrada es el alma y sagrado es el cuerpo.
15 Por esta dignidad, el hombre, independientemente de sus límites y carencias, es capaz de superarse a sí mismo y merece un inmenso respeto. De igual manera, cualquier vida humana, incluso la más marcada por la enfermedad o por las múltiples formas de pobreza, tiene valor y sentido.
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